El Juego de los Censos | Editorial

Nadie puede considerar que un apoyo económico en una situación de emergencia, como sucedió con los damnificados del huracán Otis, sea una mala idea, más cuando se considera necesario para reconstruir lo afectado.

Sin embargo, una acción bien intencionada como esa, se desvirtúa cuando su aplicación no fue debidamente planeada y por ende sin que haya sido la intención, genera un conflicto social, que ahora tiene a Acapulco en una zozobra ciudadana.

Es una realidad que muchas familias auténticamente acapulqueñas no fueron censadas, por infinidad de razones, así como también que las personas que metieron en las famosas “incidencias” desconocen las razones por las cuales las “rasuraron” de dichos apoyos.

Esas personas merecen atención y respeto, para que a través de ahora sí una planeación, se les digan las causas por las cuales no puedan ser integradas a los censos, y a las “incidencias” explicarles los motivos por lo que supuestamente no se merecen la parte pendiente de la reconstrucción.

El asunto es entre damnificados e incidencias con las autoridades correspondientes que otorgan los apoyos, en medio quedó la interrupción de la vida cotidiana de una ciudad, así que ya es momento de que sin darle vueltas, se den las condiciones de darles respuesta puntual a las exigencias de los auténticos afectados.

Acapulco se debate entre la posibilidad de reiniciar su recuperación o definitivamente hundirse más en ese hoyo en el que nos metió Otis.