Camila | Editorial

¿La tragedia del asesinato de la pequeña Camila de escasos 8 años de edad será la que por fin marque un antes y después de los niveles de inseguridad en nuestro estado, en nuestro país?

Quizá habría sido otro hecho más en los que pudieron ocurrir dos cosas: 1.- Impunidad total de la o los que mataron a la pequeña, que pudieran huir y nunca fueran llevados a pagar sus culpas conforme a la ley. 2.- Que fueran detenidos, llevados ante la justicia y obtuvieran su libertad o una pena mínima.

Pero ninguna de esas situaciones, que es lo normal en nuestro país, ocurrió. El caso dio un vuelco cuando todo se alineó en el sentido de que, ante el hartazgo, la gente, el pueblo, se hizo justicia por mano propia. Las consecuencias están ante los ojos de literalmente todo el mundo, porque el linchamiento de quien es señalada como la asesina y sus hijos dio la vuelta a nivel internacional.

En lo últimos años se han dado una serie de hechos violentos que todos imaginamos serían el parteaguas para que se diera una auténtica estrategia que pusiera sino fin, al menos un freno al alto nivel de criminalidad que estamos viviendo los ciudadanos. Pero no, el discurso político ha sido más fuerte que lo irrefutable, y así cada día se ha perdido la paz.

Vale la pena recalcar que lo sucedido en Taxco el pasado jueves santo es un precedente, tanto para lo bueno como lo malo. De esa situación se debe de proveer que la autoridad tiene la obligación de actuar de inmediato, generar la confianza entre la ciudadanía de que está de su lado. Lo negativo es que los linchamientos han ido en aumento, con el gravísimo riesgo de que pudieran ser gente inocente (que todo indica no lo fue en el caso de Camila) o incitar a ello por parte de los mismos grupos criminales organizados.

Esperemos que ante tanta tragedia, el caso de Camila sí sea un parteaguas hacia la dirección correcta.

DEP Camila.