
Dra. Maricela López Trejo
Las vacaciones de verano son una excelente oportunidad para que las familias se desconecten de la rutina diaria, se reencuentren entre sí y reconecten con la naturaleza. En un mundo cada vez más digitalizado, tomarse un descanso en un entorno natural representa una fuente de bienestar físico, emocional y social, especialmente para los niños y adolescentes.
Salir de la ciudad para visitar montañas, playas, bosques o pueblos rurales, ofrece mucho más que un simple cambio de paisaje. Vivir experiencias al aire libre permite redescubrir los vínculos familiares a través de actividades sencillas como caminar juntos por un sendero, acampar bajo las estrellas o contemplar un atardecer frente al mar.
Los Principales beneficios para las familias son:
Fortalecimiento del vínculo familiar: Las actividades en la naturaleza fomentan la colaboración, la comunicación y el tiempo de calidad. Juegos al aire libre, caminatas, exploraciones o preparar alimentos en un campamento requieren que todos participen y se apoyen mutuamente.
Reducción del estrés y la ansiedad: Estar rodeados de paisajes naturales, respirar aire puro y alejarse del ruido urbano ayuda a reducir el estrés, mejorar el estado de ánimo y promover una sensación de paz y relajación para todos los miembros de la familia.
Estímulo del aprendizaje y la curiosidad: La naturaleza es un aula viva: observar plantas, animales o fenómenos climáticos despierta la curiosidad, especialmente en los niños, y permite aprender de forma activa, divertida y sin presiones académicas.
Promoción de hábitos saludables: Actividades como nadar, andar en bicicleta, caminar o escalar contribuyen al desarrollo físico de los niños y al mantenimiento de la salud de los adultos. Además, se fomenta una alimentación más natural y balanceada.
Conciencia ambiental y valores compartidos: Experimentar la naturaleza directamente fortalece el respeto por el medio ambiente. Las familias que disfrutan juntas de estos entornos tienden a adoptar prácticas más responsables y sostenibles.
Así mismo es importante considerar ciertos requisitos para que el viaje sea extraordinario:
Planeación adecuada y anticipada: Definir el destino según las edades y preferencias de la familia. Ej.: Si hay niños pequeños, elegir un lugar con senderos seguros o playas tranquilas. Investigar el clima, rutas de acceso, servicios médicos y condiciones del lugar. Hacer una lista de equipaje funcional incluyendo ropa cómoda, protector solar, repelente, botiquín, agua, snacks naturales, linterna y cargadores solares. Reservar con tiempo si se trata de cabañas, zonas de camping o actividades guiadas.
Participación activa de todos los miembros: Involucrar a la familia en la planificación, que cada integrante proponga una actividad o lugar que le gustaría conocer. Diseñar un itinerario flexible incluyendo tiempo libre, pausas y actividades conjuntas como juegos, caminatas o dinámicas de reflexión en familia.
Seguridad y prevención: Revisar las condiciones de salud de todos los integrantes antes del viaje. Contar con un botiquín completo y conocer la ubicación de centros de salud cercanos. Seguir normas del lugar natural, como no salirse de los senderos marcados, evitar fogatas sin autorización o respetar la fauna local.
Cuidado del entorno natural (sostenibilidad): Practicar el principio de “no dejar rastro”, llevarse la basura, no cortar plantas ni molestar animales. Usar productos biodegradables. Jabones, shampo y bloqueadores amigables con el ambiente.
Consumir productos locales: Apoyar la economía de las comunidades y aprender de su cultura.
Bienestar y disfrute consciente: Fomentar la conexión con la naturaleza, desconectarse de los dispositivos y realizar actividades como meditación, escritura en diario o fotografía. Cuidar el descanso, dormir bien, tener tiempos de relajación, sin prisas, promover el pensamiento crítico y reflexivo. Por ejemplo: dialogar sobre lo aprendido en el día, los valores observados o qué le agradecen a la naturaleza.
Para finalizar podemos decir que disfrutar de las vacaciones de verano en la naturaleza es una forma de invertir en salud, convivencia y desarrollo personal. Es una oportunidad para reconectarnos con lo esencial, fortalecer lazos y sembrar recuerdos que permanecerán en la memoria familiar por muchos años.
“Vivir la naturaleza en familia: una experiencia transformadora”
