Por Patricia Segovia T
Todos conocemos “El Himno Nacional” y me voy a referir exclusivamente a una estrofa “Más si osare un extraño enemigo, profanar con sus plantas tu suelo, piensa o patria, querida que el cielo, un soldado en cada hijo te dio”.
Desmenuzando, la frase:
“Extraño”, según la Real Academia de la Lengua Española, significa “De nación, familia o distinta de lo que se nombra o sobreentiende en contraposición a propio”
“Enemigo” De acuerdo a la misma fuente; Contrario. Que es completamente diferente.
“Profanar” Tratar algo sagrado sin el debido respeto.
¿A dónde voy? Trataré de explicarme.
Se ha recurrido a este fragmento de nuestro Himno desde que el, en ese momento, presidente electo de Estados Unidos; Donald Trump, amenazó, anunció, avisó que declararía a los cárteles de las drogas, en México, como terroristas, a partir del primer día de su mandato. La pretención es motivar a los mexicanos a defender a la patria en una eventual invasión a nuestro suelo.
Pero, tomando en consideración las definiciones de las palabras antes descritas ¿Hay algo más aplicable a los delincuentes que nos tienen aterrorizados que “extraños” “ enemigos” que “profanan”? Pero además ¿De verdad soy un soldado, caído del cielo?
Durante más de seis años, los dirigentes de este país, se han encargado de decirnos a la mitad de los mexicanos que somos traidores, diferentes, corruptos, enemigos, clasistas, elitistas, aprovechados. Algunos nos clasifican como malas personas por haber nacido con una piel más descolorida o por tener un auto o buscar lucir mejor. Aspirar a una vida mejor, es clasificado como una grave falta. Hasta leer, se convirtió en un acto reprobable, reprochable.
Donald Trump, lo cumplió. Declaró a los delincuentes como “Narcoterroristas” y a mí, no me molesta. Amenaza con venir por ellos, y me gusta la idea, pero a los que pensamos así, ahora somos catalogados como traidores a la patria.
Según mi forma de ver, los traidores han sido los que abrazaron a los delincuentes, los que decían que tenían los mismos derechos de los que se convirtieron en sus víctimas, los que los cuidaron, los que con su irresponsabilidad y complicidad dejaron viudas, madres buscadoras, huérfanos, violadas, secuestrados, desaparecidos.
Ahora me piden solidaridad, apoyo, o seré marcada con el estigma de la traición. Siempre apoyaré a mi país, a su gente, pero nunca a los extraños enemigos que profanan, nuestro suelo, nuestra tranquilidad, nuestros derechos.
Los mexicanos, ya merecemos vivir en paz.