“Somos lo que decimos”

Actos de habla, argumentación congruente y libertad de expresión

RAÚL SÁNCHEZ AGUIRRE.

 

Es importante saber cuándo las palabras que vertimos constituyen mensaje y dimensionar los efectos que con éste se provocan. Alguna vez, antes de expresar una idea, has preguntado: ¿Cómo te lo explico?

Se dice que es incorrecta la aporía puesto que denota que quien habla detenta mayor sabiduría que el interlocutor-receptor; de ahí que,  inconscientemente se provoca un estado incómodo de inferioridad, lo cual, no es recomendable si se pretende un dialogo amigable.

Para lograr mayor fluidez en la manifestación de las ideas debemos relajarnos, respirar tranquilamente y pensar antes de hablar, lo cual se logra en fracción de segundos, con la práctica cotidiana. De ahí, la lectura frecuente de documentos con las temáticas que prefieras son la vía idónea para documentarte y nutrir tu cerebro, provocando enriquecimiento de tu acervo cultural; no olvides que, así como se afirma que somos lo que comemos, puedo decirte que mostramos lo que somos con lo que decimos.

Nutrir nuestro cerebro con información de valía resulta tan indispensable como lo es el alimentarnos sanamente y hacer ejercicio con regularidad o suficiente frecuencia.

Otro elemento para lograr la fluidez y de alguna manera construir elocuencia argumentativa radica en la autoconfianza que parte del conocimiento, de la cultura; estar seguro de sí mismo es de suma importancia para dejar fluir las ideas sin temor a equivocarnos; bien dicen que los errores son de sabios, lo que me levanta el ánimo al no estar exento de cometerlos con gran frecuencia.

Sin embargo, no olvidemos esa frase coloquial que dice: “por la boca muere el pez”; motivo por el cual, debemos ser extremadamente responsables de nuestros actos de habla.

En México, en el primer párrafo del artículo 16 de la Constitución Política se establece que: “Nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio, papeles o posesiones, sino en virtud de mandamiento escrito de la autoridad competente, que funde y motive la causa legal del procedimiento…”

Como se aprecia de lo anterior, solo la autoridad se encuentra constreñida para fundar y motivar sus actos; de lo contrario, adolecerían de nulidad al ser factible declararlos inconstitucionales.

Así, como individuo o persona común puedes decir lo que se te venga en gana ciñéndote a las exigencias previstas para la prerrogativa atinente a la libertad de expresión o, si funges como autoridad, acata inexorablemente la aludida disposición normativa y fomenta el debido Estado de Derecho.

Un elemento importante que debe prevalecer en tu vida cotidiana dentro de la sociedad (dados los posibles efectos negativos que se pueden presentar), es la resiliencia emocional, el equilibrio en este aspecto es de vital importancia puesto que los altibajos en muchas ocasiones pueden conducirnos a circunstancias lamentables no deseadas produciendo una especie de sintomatología propia de culpabilidad o arrepentimiento y obliga al recurso de las excusas innecesarias.

La libertad de expresión, en la cotidianeidad aprovéchala para darte a entender, interactuar y crear armonía social; fomentemos valores y principios para producir calidad de vida. Y si tus manifestaciones las externas sin razonar, te recomiendo analizar detenidamente el artículo 6º del máximo ordenamiento jurídico del país que en su primer párrafo indica:

“La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, la vida privada o los derechos de terceros, provoque algún delito, o perturbe el orden público; el derecho de réplica será ejercido en los términos dispuestos por la ley. El derecho a la información será garantizado por el Estado.”

Asimismo, nunca está de más tener a la mano a un abogado preparado, es decir, estudioso y entregado a su profesión, para que te ayude a aligerar los problemas que trae consigo el expresarse sin pensar; de igual forma, exhorto a los profesionales del derecho para se haga valer el respeto irrestricto a los “derechos humanos” y provoquemos un ambiente más amigable y un entorno prometedor.

Se dice que tenemos la justicia que merecemos; de lo cual difiero, en pandemia los médicos lucharon como verdaderos guerreros; ahora, nos corresponde a nosotros; abogados nuestros actos de habla deben estar permeados de argumentos pragmáticos intelectuales contundentes; resulta urgente mejorar nuestros sistemas de impartición de justicia de manera urgente y, ciudadanía en general, no tengamos miedo de querer con sentimiento, de amar a nuestro prójimo, ayudarnos mutuamente y crear una mejor sociedad.