Por Marco Mondragón Díaz
No, el camino no ha sido fácil…
Nací como un pequeño arroyo, que como un cristalino borbollón brotaba de las entrañas de mi madre.
Era transparente, y juguetón transitaba por el cauce de la vida. Ese cauce que me llevaría por senderos de abrojos; grandes rocas que, como dificultades y escollos, se atravesaron en mi camino, pero fluido como el agua, logré esquivarlas y seguir adelante. A mediados de mi cauce, me convertí en un torrente, a veces tranquilo, a veces bravío y rebelde. Bien pronto se unió a mi otro rio y juntos formamos un río nuevo, más tranquilo, más sereno, para que al resguardo de la sombra de la intimidad de frondosos árboles, en remansos de amor, diéramos origen a cuatro riachuelos que, felices forjaran el cauce de su propia vida. ¡Qué alegría atestiguar que, allá en lontananza, tres de esos riachuelos decidieran dar origen a cuatro riachuelos más que, como ellos, buscarían su sendero para llegar con dignidad, grandeza y decoro a su cita inevitable con el mar!
Ya cerca de mi llegada al estuario de la vida, veo para atrás y confirmo con satisfacción que no, no fue fácil recorrer valles, cañadas y montañas. A veces en remansos de meditación y tristeza pero siempre resurgiendo en cascadas de alegría.
Hoy en mi ya cercana cita con el mar infinito doy gracias a Jesús por haberme permitido lograr la familia que tengo. Si y me permito compartir con ustedes este poema de Amado Nervo …
En Paz
“Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje la miel o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales coseché siempre rosas.
Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas…
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!on