AUTORA: Cecilia Elizabeth Mosso Lomelí
Lo quería tanto,
tanto que lo amaba;
más perdí el encanto
cuando lo observaba.
Se cayó su manto,
pues su rostro hablaba
no quererme tanto
como yo lo amaba.
Entonces me dije:
por qué debo amarlo?
si es un hombre más,
es uno de tantos.
Me puse tacones,
me olvidé del llanto,
me quité el sombrero,
me vesti de blanco.
Sentí liberarme
de una pesadilla
que parecía todo
menos su costilla.
Caminé unos pasos
sin voltear atrás;
se esfumó su velo,
se quitó el disfraz.
Ese aventurero
que no vale nada
ni un puño de flores
ni un puño de rabia.
Suspiré tranquila,
descubrí su esencia;
a tiempo se fue
su infame presencia.
Gracias doy al cielo
por el gran favor,
pues pude librarme
de ese mal amor.
