LOS VENDEDORES AMBULANTES EN LAS PLAYAS Y SU IMPACTO EN EL TURISMO

 

DRA. MARICELA LOPEZ TREJO

En las playas de México y de muchos países de vocación turística, los vendedores ambulantes representan una figura emblemática de la experiencia costera. Lejos de ser meros comerciantes informales, su presencia encarna una red compleja de economía local, tradición cultural, inclusión social y dinamismo turístico. Este artículo analiza en profundidad el papel que desempeñan los vendedores ambulantes en las zonas de playa y cómo influyen tanto positiva como negativamente en el desarrollo turístico sostenible.

Vendedores ambulantes: parte del paisaje cultural y económico

Los vendedores ambulantes en las playas ofrecen una variedad de productos y servicios: desde alimentos típicos como elotes, raspados, camarones al gusto o cocos fríos, hasta artesanías, sombreros, masajes o trenzas. Su diversidad responde no solo a las necesidades del turista, sino también a una tradición cultural que forma parte del patrimonio intangible de las comunidades costeras.

Estos actores representan, en muchos casos, la primera fuente de empleo e ingreso para cientos de familias que viven del turismo. Su actividad permite una distribución más equitativa de los beneficios económicos del sector, ya que conecta directamente a los visitantes con la economía informal local, sin intermediarios.

Impactos positivos en el turismo

  • Autenticidad de la experiencia turística: Los turistas, especialmente los internacionales, valoran la autenticidad. La interacción con vendedores locales agrega un componente humano y cultural que enriquece la experiencia vacacional, diferenciándola de destinos estandarizados.
  • Accesibilidad y conveniencia: Ofrecen productos a precios más accesibles, y su movilidad permite a los turistas adquirir lo que necesitan sin abandonar su lugar en la playa, lo cual es un valor agregado para muchos visitantes.
  • Dinamismo económico: Incentivan el consumo de productos locales (como alimentos regionales o artesanías), favoreciendo a microempresas, productores artesanales y proveedores locales.

Retos y externalidades negativas

A pesar de su contribución, la actividad ambulante también genera desafíos:

  • Desorden y saturación: En temporadas altas, la cantidad excesiva de vendedores puede generar molestias a los turistas, invadiendo su espacio personal o creando contaminación visual.
  • Problemas sanitarios y de seguridad: La falta de regulación y control sanitario en la preparación de alimentos o la venta de productos puede implicar riesgos para la salud del consumidor. También, la informalidad dificulta la trazabilidad y la protección al consumidor.
  • Competencia desleal: Los negocios formales establecidos en la zona pueden verse afectados por la competencia de vendedores informales que no pagan impuestos, licencias ni seguros, lo que puede generar conflictos entre ambos sectores.

Como lograr un modelo de convivencia sostenible con los vendedores ambulantes en las playas?

La solución no está en erradicar al vendedor ambulante, sino en regularizar y profesionalizar su actividad, integrándola dentro de las estrategias de desarrollo turístico de los municipios costeros. Algunas propuestas viables incluyen:

  • Capacitación en atención al cliente, higiene y manejo de alimentos.
  • Credencialización y delimitación de zonas de trabajo.
  • Uniformes y distintivos oficiales para promover seguridad y confianza en los turistas.
  • Inclusión en ferias, eventos culturales y promoción turística oficial.

Este enfoque permitiría mantener la autenticidad cultural y la inclusión económica sin comprometer la imagen y la calidad del destino.

Los vendedores ambulantes en las playas no son un obstáculo para el turismo, sino un componente esencial del ecosistema turístico cuando se gestionan adecuadamente. Su actividad aporta vitalidad, accesibilidad y autenticidad, elementos clave en un turismo más humano e inclusivo. Es responsabilidad de las autoridades, empresarios y la comunidad valorar su rol y construir un marco normativo que les permita prosperar sin afectar la experiencia del visitante ni el entorno.

La verdadera sostenibilidad turística no solo se mide en ingresos o infraestructura, sino en la capacidad de generar oportunidades para todos los actores locales, sin dejar a nadie atrás.