Libertad de cuarta

Por Patricia Segovia

Nota: Quería escribir algo dedicado a mí querido Marko Acá, pero nada de lo que estuve tecleando me gustó lo suficiente. Estás en mi mente y mi corazón querido amigo. Gracias por todo lo que recibí de ti, siempre. Lograste ser especial para todos y cada uno de los que tuvimos la dicha de caminar por lo que se convirtió en nuestra senda, por un lapso, que se sintió muy breve.

En diciembre de 1997 fue la primera vez que apareció un escrito mío, en un medio de comunicación impreso.

Había tecleado unas líneas para la publicación interna (AMEEGNA) de la Asociación de Mujeres Empresarias del Estado de Guerrero (AMEEG). Gloria Sierra, mandó mi texto a “Presencia, quien amablemente lo compartió dentro de sus contenidos.

Durante más de 10 años, casi de forma semanal y después intermitente, “Presencia” publicó mis opiniones, ocurrencias, historias, sobre todo, lo que más disfrutaba; la crítica política.

Sí, hubo personas que me sugirieron “bajarle”, que no sabía a quien pudiere molestar. Creo que quien sí padeció los enojos que provoqué fue Fernando Vargas, quien nunca me pidió modificar o limitó mi expresión

He participado en programas locales con; Jorge Zamora, Héctor Nájera, Juan López, Carlos Inoriza, hasta en RTG. Digo “hasta”, porque es el medio de comunicación del Estado de Guerrero, pero nunca me indicaron que o no decir. Hasta hice campaña por la oposición, en sus propios estudios.

Tuve la oportunidad de que una o dos de mis opiniones fueran compartidas en sus espacios por: Ciro Gómez Leyva, Joaquín López Dóriga, “Pepe” Cárdenas, Denisse Maerker. Tres veces en la columna de Carlos Marín, en Milenio y varias más en su programa de televisión.

Fueron tiempos del PRI, del PAN, del PRD, con todo el poder en las manos. Nunca me sentí amenazada, en riesgo. Tenía la idea de que, para ellos, llegaba a ser “fastidiosa”, pero como gente inteligente, podían hasta presumir de que había libertad de expresión. Lo “peor” que sufrí es que me dejarán con la mano extendida, se “brincaran” la mesa en donde me encontraba. o me ignoraran. Para mi fue un gran honor el qué, personas que buscaban ser siempre agradables, llegaran a hacerme gestos de enfado y/o molestia.

Es cierto, no todo era un “lecho de rosas”. Hubo atentados. Se sospecha de que periodistas, fueron “silenciados” permanentemente por ser molestos para el régimen, pero yo, al ser una ciudadana equis, me asumía como un perrito Chihuahua, ladrando a un Dóberman, obvio, con la intención de que mis “ladridos”, fueran para coincidir, debatir y ya dándole vitaminas a mi ego; crear conciencia.

Si lo han notado, mis escritos recientes han evadido el tema “poder político” Es triste la auto censura, pero se ha convertido en algo necesario y no por mí, sino por este medio que tanto quiero y al cual, no me gustaría lastimar. Tengo bases para mi autocensura, por desgracia.

Un ciudadano le hace señalamientos a un senador, cuyo comportamiento siempre ha sido muy diferente al de un Lord inglés. El legislador, obligó a su “agresor” a disculparse, de forma humillante, en el senado, haciendo gala de su poder aplastante.

Una ciudadana comenta en sus redes sociales como llegó a su curul una diputada. La legisladora la acusa ante la autoridad. Condenan a “la agresora” a disculparse 30 días seguidos en  el mismo medio en el cual publicó su dicho. Le dicen que ejerció “violencia de género”, por tanto, debe tomar un curso para no agredir a las mujeres.

En la cuna del “Chile en nogada”, ya hay una ley en la que no se puede insultar a la autoridad so pena de sanción monetaria, aun y cuando, sean en su espacio en redes.  Personalmente, creo que hay seres a los que es imposible insultar. Todo les queda como descripción.

Una actriz, compartió en su cuenta de X un comentario de alguien más y solo le agregó “jaja”, suficiente para ser escarmentada también.

Periodistas de todo el país, han sido “condenados” a disculparse, pagar multas y hasta cerrar sus espacios en redes sociales, no por estar equivocados, por decir cosas ciertas, pero incomodas para los poderosos.

Es un hecho, puedes decir lo que piensas, escribir tus ideas, pero corres el riesgo de ser castigado, sancionado, reprimido, ajusticiado, multado, por ello.

Siento como si hubiere ascendido una montaña, casi llegué a la cima, pero me tropecé con una piedra y la caída, me dejó tirada a la base del camino. ¿Tendré la fuerza, energía, entusiasmo de reanudar?

La libertad de expresión, se está perdiendo y no gradualmente, en nuestro país. O te pretende callar la autoridad o quienes te leen, en tus redes sociales. Intentan silenciarte con insultos, agresiones, muy pocas veces con argumentos, bases, certezas.

No, no son iguales. Ojalá lo fueran.