La violencia | Propuestas y Soluciones

Jorge Laurel González

“People are eager to travel. But first they want to feel SAFE.” “La gente está deseosa de viajar, pero primero quiere sentirse segura.”
— Zurab Pololikashvili, Secretario General de la Organización Mundial del Turismo (OMT)

La noche del 1 de noviembre, en Uruapan, la luz de las velas se mezcló con el estruendo de las balas. En plena celebración del Día de Muertos y del Festival de las Velas, el alcalde Carlos Alberto Manzo Rodríguez cayó abatido a unos metros de los niños con los que se tomaba fotografías en la plaza pública. Horas después, se confirmó su muerte en el hospital. No es solo el asesinato de un alcalde. Es un mensaje brutal que cruza océanos a la velocidad de una notificación en el celular: “en México matan a sus autoridades en plena fiesta”. Los titulares no dicen “Uruapan”, ni “Michoacán”; dicen “México”. Y cada vez que eso ocurre, en algún lugar del mundo se cancela una reservación de hotel, se rompe un sueño de viaje, se apaga una ilusión de conocer este país que tanto amamos. Carlos Manzo no era un político más. Fue diputado federal por Morena y luego rompió con el partido para postularse como independiente a la presidencia municipal de Uruapan, donde ganó con una amplia mayoría. Se hizo famoso como “El del Sombrero”, por su estilo directo, de calle, de plaza llena. En una región marcada por el crimen organizado, se atrevió a retar públicamente a los grupos delincuenciales y a cuestionar la política de “abrazos, no balazos”, pidiendo apoyo federal para recuperar la seguridad de su municipio. Lo mató un muchacho de 17 años, según la Fiscalía de Michoacán. Un adolescente, consumidor de metanfetaminas, utilizado como instrumento desechable por estructuras criminales que llevan años disputándose el territorio. Las investigaciones apuntan al Cártel Jalisco Nueva Generación; el arma usada en el ataque habría servido antes en otros enfrentamientos entre bandas rivales. Mientras tanto, ¿qué ve el mundo desde fuera? Ve un país donde reclutan niños como sicarios, donde asesinan a un alcalde en plena fiesta tradicional, donde las marchas masivas exigen justicia porque la gente siente que el gobierno no alcanzó a proteger a quien los representaba. En Uruapan y en Morelia, miles de personas salieron a las calles con sombreros manchados de rojo simbólico para recordar a Manzo y gritar que el Estado falló. Yo escribo esto desde la trinchera del turismo: los hoteles, los restaurantes, las mesas que se llenan o se quedan vacías. Cuando una noticia así da la vuelta al mundo, la violencia no solo le quita la vida a un hombre, también le arranca futuro a una ciudad entera. Un turista canadiense, alemán o japonés no distingue entre Uruapan, Acapulco o Cancún; ve “México” como un solo bloque. Y frente a la disyuntiva de llevar a su familia a un país donde matan a un alcalde en plena plaza, muchas veces decide no venir. El turismo internacional es, sobre todo, confianza. La gente viaja cuando siente que puede caminar por una plaza, tomarse una foto en un festival, comer en un restaurante y volver al hotel sin miedo. Puede aceptar cierto riesgo —ningún lugar es perfecto—, pero no la idea de que ni el propio alcalde está a salvo durante una fiesta pública. Si el mensaje es que nadie está protegido, ¿qué le decimos al visitante que quiere gastar su dinero y su tiempo en nuestra tierra?
En Michoacán, como en Guerrero, sabemos que la violencia no solo se mide en homicidios. También se mide en cuartos vacíos, mesas sin comensales, taxis sin pasajeros, jóvenes que en vez de aprender idiomas para trabajar en el turismo terminan siendo reclutados por los mismos grupos que asesinaron a Carlos Manzo. Es la misma generación: un chico de 17 años puede ser mesero en un hotel… o pistolero en una plaza, dependiendo de las oportunidades que le demos como sociedad. Después del asesinato, la viuda de Manzo, Grecia Quiroz, asumió la presidencia municipal y prometió seguir su lucha contra el crimen. El gobierno federal respondió con el llamado “Plan Michoacán para la Paz y la Justicia”: más Guardia Nacional, mayor presencia federal, nuevas estrategias de seguridad y programas de desarrollo. Todo eso es necesario, sin duda, pero hay algo que como país debemos entender de una vez: la primera política de turismo tiene que ser la protección de la vida. Sin seguridad, no hay promoción que alcance, no hay campaña de “México sorprendente” que funcione. Podemos invertir millones en ferias internacionales, hermosos videos promocionales y slogans creativos. Pero si las noticias que dominan los titulares son alcaldes asesinados, bloqueos carreteros, masacres en pueblos y cuerpos abandonados en las carreteras, el imaginario internacional se llena de miedo antes de que pueda llenarse de mar, montaña, gastronomía y cultura. Cada bala que truena en una plaza pública detona, al mismo tiempo, una ola silenciosa de cancelaciones y pérdidas para miles de familias que viven del turismo. Por eso, cuando matan a un alcalde como Carlos Manzo, no solo están atacando a una persona o a un partido. Están atacando la viabilidad económica de toda una región. Están destruyendo años de esfuerzos de hoteleros, restauranteros, artesanos, guías de turistas, taxistas, cocineras tradicionales. Están rompiendo la confianza que tanto trabajo cuesta construir y que, una vez dañada, tarda años en recuperarse. Como empresario turístico, mi voz puede parecer pequeña frente al estruendo de las armas. Pero creo que es nuestro deber decirlo con claridad: sin paz no hay turismo; sin turismo, regiones enteras de México se quedan sin uno de sus motores económicos más importantes. Honrar la memoria de Carlos Manzo implica, también, exigir un país donde un festival de velas nunca más se convierta en un velorio colectivo. Ojalá que, algún día, las noticias que den la vuelta al mundo no sean las de alcaldes asesinados, sino las de ciudades que lograron levantarse, que recuperaron sus plazas, que llenaron sus hoteles no de miedo, sino de risas en diferentes idiomas. Ese día, el mejor homenaje a quienes murieron será ver nuestras playas, montañas y pueblos mágicos llenos de vida… y no de silencio. Recordemos que solamente Juntos, Logramos Generar: Propuestas y Soluciones.

Jorge Laurel González
Hotelero y restaurantero
Autor de Turismo con Propósito