Por Patricia Segovia
En el mes de julio de 2025, particularmente la segunda semana, partieron de este mundo, y creo, fueron muchos los conocidos, los amigos, acapulqueños de bien, que se destacaron en sus ámbitos de desarrollo personal, profesional, social. Estos lamentables decesos, me llevan a la conciencia de que, cada día, me acerco más a la “puerta de salida”.
Mientras avanzo hacía ella, me pasan a los lados personas conocidas, muchas amadas, algunas entrañables, otras, solo conocidas
Diferentes edades, sexos, credos, con gustos diversos, virtudes, defectos, errores, aciertos
Algunos tuvieron dulzura de miel, otros, sabor a ajenjo.
Yo avanzo a paso promedio
He visto que unos corren, apuran el paso. Hay quienes se detuvieron un poco, pero finalmente, siguieron de frente.
Ricos, pobres, conocidos y anónimos, jóvenes, maduros, uno que otro dentro del grupo considerado “mayor”
Los vi cuidando su alimentación, o sin pena por lo que se llevaban a la boca.
Atléticos o descuidados, esa puerta, no tiene reserva en su derecho de admisión. acepta a todos, sin restricción
Buenos, malos, listos, no tanto, amables, palurdos, sensibles, cultos, básicos, hombres, mujeres. También entrañables, nobles amigos peludos, que caminaban en cuatro patas. Me amaron sinceramente y los amé profundamente.
Todos los que ahora extraño, fueron muy valiosos en mi camino. Generaron, con su transición, variantes de dolor.
Sin excepción, en algún momento, pasaré ese umbral.
No sé qué hay detrás
Me han dicho que, todos mis seres amados, me estarán esperando. Me gustaría creerlo. Esa “certeza”, me daría un poco de conformidad y hasta ilusión de volverlos a sentir, besar, abrazar, pero no. Para mí, este es un camino de un solo sentido.
Me cuentan qué del otro lado hay un cielo hermoso, paz, amor, quietud, tranquilidad o un mundo en llamas que queman con dolor atroz, sin piedad.
Yo creo que ambos sitios los he visitado en diferentes formas, durante mi estancia en este “plano”
Cruzar ese marco, no es un castigo, una excepción, pero ¡Como duele! A veces poco, en ocasiones es intensa, la ausencia de quienes pasaron esa puerta.
Los recuerdos en música, bromas costumbres arraigados en la mente, suplen los brazos, las risas, los regaños, la voz de quien está ausente.
A todos les pude decir lo mucho que amo, lo esencial de su presencia en mi vida.
Me quedé sin “deudas” con ellos y ellos conmigo.
Mientras avanzo, deseo tener la sabiduría de disfrutar cada paso, de vencer tantos miedos y paladear más lo que hay en mi sendero.
