La cultura frente a la vida cotidiana

RAÚL SÁNCHEZ AGUIRRE

Con el tema del presente artículo vino a mi mente la obra de Dietrich Schwanitz: “La cultura. Todo lo que hay que saber.”; sin embargo, es de gran valía saber y reconocer el tipo de cultura que estamos construyendo. Como lo refiere el aludido autor, la cultura se aprende; no obstante, estimo de vital importancia tener claro que la cultura se transmite como antecedente de lo vivido y se sigue construyendo por los individuos y sociedad con el paso del tiempo; es decir, el aprendizaje de facto resulta ser elemental en la consolidación del tipo de sociedad en la que nos encontramos.

En México, tenemos que, en el primer párrafo del artículo segundo constitucional, en lo que interesa, dispone:

“Artículo 2o.- La Nación Mexicana es única e indivisible, basada en la grandeza de sus pueblos y culturas. (…)”

De la precitada cita podemos advertir dos aspectos importantes, los pueblos y sus correspondientes culturas. Además, de los párrafos segundo y tercero del precitado numeral se aprecian dos señalamientos: 1.- Que la Nación tiene una composición pluricultural y multiétnica; asimismo, 2.- La conciencia de identidad.

Tales acotamientos del aludido numeral se encuentran enfocados a los indígenas; lo cual, de manera preponderante debe tomarse en consideración para determinar a quiénes se aplican las disposiciones sobre pueblos que reúnan características originarias.

No obstante, ello constituye una prerrogativa mínima para que permee la justicia en dichos pueblos, comunidades o regiones; es decir, se presupone, para efecto del principio de igualdad ante la ley, que quienes no seamos indígenas, también tenemos disposiciones garantes del bien común que debe prevalecer para fomentar en nuestro entorno el Estado de Derecho.

Consecuentemente, es importante fomentar la cultura en todo lo que nos rodea; muchas veces pensamos que el fomento a la misma depende de las autoridades, pasando por alto que en lo individual somos quienes de primera mano la generamos.

La Real Academia Española precisa que por “cultura” debemos entender, entre otros, el “Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico”; asimismo, “como el conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.”

En reiteradas ocasiones escuchamos en los medios de comunicación que los políticos refieren: “El pueblo de México”, pero como vimos con antelación, la propia Constitución, siendo el máximo ordenamiento jurídico en nuestro país, además de los tratados internacionales en materia de Derechos Humanos, señala que la Nación Mexicana es única e indivisible, basada en la grandeza de sus pueblos y culturas; de ahí que, debemos hacer valer las prerrogativas o derechos propios de cada pueblo que en conjunto conforman la Nación Mexicana; motivo por el cual, el fomento de nuestras culturas debe prevalecer y no sólo conservarlas sino nutrirlas.

Buena cultura, justo aquí es donde recae nuestra responsabilidad como individuos: ¿Qué tipo de cultura estamos propiciando en lo individual? ¿Cuáles o de qué tipo son los efectos sociales de la cultura que generamos día a día? ¿Será que la desgracia por la que nos lamentamos constantemente es consecuencia del tipo de cultura que estamos construyendo con nuestro existir?

El tratadista Edward Craig, afirma que: “La forma en que piensan las personas altera las cosas, y es innegable que la forma en que piensan muchas personas altera las cosas casi para todos.”

Si analizamos nuestro comportamiento cotidiano podríamos advertir que, efectivamente, la realidad y conciencia de identidad, la construimos todos, la política la hacemos todos y el efecto es responsabilidad de las llamadas mayorías. Motivo por el cual, lo importante es reflexionar y actuar o comportarnos siempre fomentando cultura sólida basada en principios y valores que consoliden buenas costumbres.

Por tanto, contrario a lo que en alguna ocasión escuché, puedo afirmar, sin temor a equivocarme que: una golondrina sí hace primavera. Unamos esfuerzos, corazones y muy buena voluntad para reconstruirnos como individuos y mejorar como sociedad; lo demás será la consecuencia.