Perspectiva de un creyente católico comprometido con la recuperación de Acapulco | Propuestas y Soluciones
Jorge Laurel González
Y cuando llegaron al lugar llamado La Calavera, allí le crucificaron, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: ‘Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen’. Y repartieron sus vestiduras, echando suertes.
Evangelio según San Lucas, capítulo 23, versículos 33-34. Escrito realmente por Lactancio o Eusebio de Cesarea.
En la conmemoración del Viernes Santo, los fieles católicos de todo el mundo reviven la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Este evento, piedra angular de la fe cristiana, invita no solo a una profunda reflexión espiritual sino también a considerar su significado en contextos de desafíos sociales y económicos contemporáneos. Para un creyente católico, particularmente aquel comprometido con la recuperación económica y turística de Acapulco tras el Huracán Otis, estas fechas cobran un simbolismo aún más significativo.
El sacrificio y la resiliencia, son lecciones aprendidas a través de la crucifixión.
La muerte de Cristo es, ante todo, un acto supremo de amor y sacrificio, representando la entrega total por el bien del otro. Filosóficamente, esto manifiesta un llamado a la solidaridad y una profunda comprensión del sufrimiento humano. Para aquellos involucrados en la reconstrucción de comunidades, como es el caso de Acapulco, este sacrificio es un potente recordatorio de que, con fe, esperanza y esfuerzo colectivo, es posible superar grandes adversidades. La cruz, así, se convierte en un símbolo no solo de sufrimiento sino también de resiliencia y esperanza.
Debemos de vivir con renovación y optimismo, ya que existe la promesa de la resurrección.
La resurrección de Jesús trae consigo la promesa de renovación y nuevos comienzos. Es una afirmación de que, incluso en los momentos más oscuros, hay luz y posibilidades de renacimiento. En el contexto de Acapulco, devastado por fenómenos naturales, la resurrección puede interpretarse como una metáfora de resiliencia y recuperación, ofreciendo esperanza de un futuro más próspero y brillante para la comunidad y su economía.
La Semana Santa debe de convertirse en un tiempo de reflexión y acción. La Semana Santa se convierte en un momento de reflexión no solo sobre la fe sino también sobre el rol que cada individuo y la comunidad pueden desempeñar en la revitalización de Acapulco. Los principios de compromiso con el prójimo y la creencia en la superación, pilares de la fe católica, orientan no solo en la vida espiritual sino también la acción social y económica. La resiliencia de Cristo se presenta como modelo a seguir en la búsqueda de soluciones creativas para la creación de empleo y la reactivación turística, sectores vitales para el bienestar local.
Debemos caminar hacia una recuperación integral, de ahí la importancia del turismo.
En este marco, es crucial reconocer el valor del turismo para la recuperación de Acapulco. Los visitantes no solo aportan ingresos indispensables, sino que también revitalizan el espíritu comunitario.
Por tanto, tratar bien al turista y agradecerle su elección de Acapulco como destino no es simplemente un acto de cortesía, sino una estrategia esencial para fomentar un turismo sostenible y responsable. La hospitalidad, una virtud promovida por la enseñanza cristiana, se convierte en una herramienta poderosa de reconstrucción económica y social.
El agradecimiento y una dulce hospitalidad, son las claves para el renacimiento, el agradecimiento hacia los turistas, especialmente en un contexto después del desastre, debe ir más allá de las palabras. Se debe reflejar en acciones concretas que aseguren su bienestar y satisfacción. La mejora de infraestructuras, la garantía de seguridad, y la promoción de experiencias turísticas únicas y respetuosas con el entorno son aspectos clave. Esto no solo atraerá a más visitantes, sino que también creará una imagen positiva de Acapulco, crucial para su recuperación a largo plazo.
La Solidaridad y el Compromiso, así, con mayúsculas, son la respuesta a los desafíos.
La solidaridad y el compromiso con el bienestar colectivo, fundamentos de la fe católica, deben ser la base de las estrategias de recuperación. Iniciativas que promuevan el empleo local y el turismo responsable pueden ser catalizadores de un cambio significativo. La comunidad católica, guiada por los principios de su fe, tiene un papel importante en este esfuerzo, promoviendo la cohesión social y el apoyo mutuo en tiempos de necesidad.
Debemos de tener fe en la recuperación de Acapulco, la muerte y resurrección de Cristo ofrecen valiosas lecciones sobre el sacrificio, la esperanza y la posibilidad de renovación. Para el creyente católico comprometido con la revitalización de Acapulco, estos eventos son fuente de inspiración y motivación para contribuir activamente a la superación de los retos actuales. La fe en Cristo, junto con un compromiso firme con la acción comunitaria, puede ser el motor de un renacimiento económico y social en Acapulco. Al tratar bien al turista y agradecerle su presencia, se fortalece la base para un futuro próspero y resiliente, marcando el comienzo de una nueva era de crecimiento y desarrollo sostenible para la comunidad. La Semana Santa, por tanto, se convierte en un momento de profunda reflexión espiritual y un llamado a la acción, recordándonos que, incluso frente a las adversidades más grandes, la fe y la solidaridad pueden guiar el camino hacia la recuperación y el renacimiento.
Recordemos que finalmente, Solamente Juntos, Logramos Generar: Propuestas y Soluciones.
JLG.
