Como que ya es momento de hacer un alto y reflexionar seriamente en torno al incremento de feminicidios en México. Guerrero y Acapulco tienen un serio problema en ese sentido.
Desde hace algunos años se ha ido a la alza en torno a la muerte violenta, acoso y agresión hacia la mujer. Y si la agresión física y mental a las mujeres se encuentra en el pico, lo mismo es la falta de oportunidad y equidad de género en los diferentes ámbitos en que se desarrollan ellas.
Es cierto, visiblemente hay una mayor presencia de mujeres en cargos públicos, como es el caso de la presidencia de la república, gobernadora de Guerrero y alcaldesa de Acapulco. Pero en la realidad, eso no ha alcanzado para lograr que tengan mejores condiciones para su crecimiento personal, familiar y profesional, mucho menos de seguridad.
Habría que ver, qué es donde se está fallando como sociedad, porque si nos damos cuenta, se manejan los mismos planes, programas que supuestamente van dirigidos a la protección de las féminas, aunque en el trato diario, incluso quienes los aplican carecen de un conocimiento mínimo para darles atención.
La conmemoración, que no es celebración, del Día Internacional de la Mujer debe de ir más allá del slogan fácil, del discurso simplista y el valemadrismo social. Hay un serio problema de ataques hacia las mujeres. Hay un crecimiento entre los jóvenes sobre agresiones y feminicidios, que ya debieron haber prendido los focos de autoridades y sociedad.
La verdad, hay mucho, mucho trabajo por delante, en el que deben participar tanto hombres y mujeres, para construir un nuevo modelo de respeto y atención a la mujer. Que cada caso de agresión y muerte sea castigado de manera rigurosa, para que a quien se le haga fácil hacerlo, tenga un freno al ver lo que le podría suceder.